miércoles, 11 de agosto de 2010

Sobre el título y nuestras intenciones.

Los romanos saludaban al Sol con la expresión: ¡Ex oriente lux! (de oriente, la luz). Nosotros, haciéndonos eco de esta elegante expresión, hemos titulado el blog: Ex pulchro lux (de la belleza, la luz). Así lo hemos decidido, porque tenemos de la certeza de que el ser humano no puede crear nada acorde con su dignidad si no es a partir de la belleza. Sin ella, la verdad se convierte en un frío cálculo racional; la bondad se reduce a un moralismo represor; la justicia es veganza, etc.  Sólo la presencia de algo que, en su esplendor, entusiama y arrebata, puede hacer surgir en nosotros la verdadera virtud, la areté, la excelencia, que tiene mucho que ver con la pasión, la magnanimidad, la audacia, y poco con el timorato respeto a lo establecido.

Pero también creemos que la belleza sólo es tal cuando se percibe como forma de una profundidad que a través de ella se manifiesta. Hegel la definía como "la dimensión sensible de la Idea". Ciuando ésta falta, aquélla queda vacía. Pasa a ser puro esteticismo, rima vacua, colores sin fondo. Lárt pour l'art, sencillamente no es arte, sino diletantismo, juegos de ingenio que nada tienen que ver con la vida.

El ideal que perseguimos, y que trataremos de mostrar que se ha encarnado en las grandes construcciones de nuestra cultura, es lo que los griegos llamaban kalokagathia ( de kalos, bello, y agathos, bueno). No estamos hablando de un fenómeno extraño. Como veremos, los grandes maestros de la filosofía, la literatura, la ciencia, etc., nos hacen ver que el mundo, en su epifanía primera, tiene una forma que atrae, es decir, es bello; en su atractivo, se entrega; es bueno; y al entregarse desvela su sentido; i.e., es verdadero. Por eso, no hay fórmula matemática que no deje entrever la belleza de un cosmos ordenado y abierto a la inteligencia humana, que encuentra en él la respuesta a su sed de verdad;. ni poema auténtico entre cuyos versos no notemos los latidos de un corazón como el nuestro. Esta es la razón de que podamos leer las grandes tragedias griegas y conmovernos con ellas; seguir las cuidadosas construcciones lógicas de los medievales, y percibir que encierran un fondo de verdad; o rastrear las arduas formulaciones de Wittgenstein sintiendo que buscaba lo mismo que nosotros deseamos.

En las entradas que siguen interamos mostrar que, también hoy, belleza, verdad, y bondad, son sinónimos.

Por cierto, Chiara, confirmo lo que sospechabas: soy primo de Matusalén. ¡Qué pena de hombre! Se dedicó a la mala vida y, para nuestra sorpresa, murió prematuramente a los 969 años.

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